En cuarentena

Circulan varios memes que afirman que el trabajo de las y los traductores -y, para el caso, de cualquier freelancer cuyo modus operandi sea trabajar en casa- no se modifica ni un ápice con esto de la cuarentena causada por la violenta irrupción del Covid19 en nuestras vidas. Es verdad… y no lo es. Claro, yo no me tuve que echar encima el dificultoso proceso de adaptación al home office, ni en lo que a técnica/información ni en lo que a hábitos se refiere. Tampoco tengo hijos que atender ni entretener de tiempo completo. En ese sentido, es cierto, mi vida laboral no cambió. Pero sí cambiaron, y de qué forma, las circunstancias. No es lo mismo estar trabajando en mi casa porque quiero y porque, afortunadamente, puedo darme el lujo de hacerlo (y aprovecho para decirles: ¡QUÉDENSE EN CASA QUIENES PUEDAN HACERLO!), que por esta maldita epidemia que nos tiene asolados. No sé ustedes, pero yo no he podido trabajar como en un primer e ingenuo momento pensé que lo haría: se abrían taaantas horas vacías frente a mí que pensé que podría llenar productivamente con el trabajo que se me había ido acumulando en semanas anteriores, en las que tuve tantas citas fuera de casa que más bien parecía que ésa era mi actividad principal. En un primer momento, lo confieso, me alegré por la desaceleración; había estado al borde del burnout. Los primeros días los aproveché para recuperar el sueño atrasado y las fuerzas. Y, cuando me senté a la computadora para empezar a traducir, por supuesto, me fue imposible concentrarme. Miles de pensamientos me rondaban, el peor de todos: ¿qué va a pasar con la gente y con la economía, cuando esto se acabe? Es más, ¿ se va a acabar esto? Y así he seguido. De pronto me acomete el miedo por el futuro, de pronto me puedo concentrar mejor y avanzar un poco. Pero la mayor parte del tiempo me la paso leyendo prácticamente todo lo que encuentro sobre el tema. No posteo mucho en facebook, eso sí. Dudo en hacerlo. No es un medio que me encante, lo reconozco. De cuando en cuando, si me encuentro algo que me parece particularmente relevante, lo comparto. Me da un poco de pena, porque hay colegas que están realmente compartiendo muchas cosas importantes. O que están traduciendo textos relacionados con el tema, sean de índole científica o literaria. Trataré de hacer lo propio y estar más activa en las redes. Por lo pronto, he priorizado el contacto humano: estoy retomando la ya casi anacrónica costumbre de hablar por teléfono con la gente que quiero. Y estoy retejiendo las redes afectivas que había descuidado desde hace ya bastante tiempo por un exceso absurdo de trabajo. Me he propuesto hacer de esta infeliz situación el feliz pretexto para recuperar a mis amistades. En ésas estoy.